miércoles, 3 de noviembre de 2010

perito en lunas




A Miguel Hernández, de quien aprendí a amar la poesía.


A este perito en lunas
que correteó por la huerta
de los versos y dejó herida la mañana
cuando el rayo que no cesa lo partió en dos.
Su sombra caracolea entre los vivos
y su alma se funde, universo arriba,
con todos los habitantes de aguas y gallos
del planeta.

A este que no tuvo tiempo de despedirse
del sol y de los trigos sino de alimentar
la tierra que otro día amortajara a aquel
con quien tanto quiso. A Miguel, poeta
de todos, que se precipitó en la sombra
buscando la luz que le huía
mientras palpaba la sangre de cebolla
que le amamantaba.

Generosos versos de silbos vulnerados
se vuelven semillas de otros hortelanos,
de otros fabricantes de palabras,
de otros labradores que con dientes y puños
enhebran este surco de ausencias
donde la flor del instante se hace tiempo
y la herencia del fuego se hace amor,
vida y muerte aun tiempo.

Y así, vuela el corazón entre versos,
entre canciones que van
del principio del alma a la boca
haciéndose sentir entre los vientos
del pueblo
y que asciende como palmera
a la orilla de todos los desalientos.

A ti, poeta, rayo de sol que no nos dejas
pero sí a la sombra vencida, que te fuiste
con los ojos abiertos besando estrellas.

3 comentarios:

  1. Un homenaje a Miguel Hernández que emerge de su raíz más profunda. Muchas gracias Tino por tu amable aportación.

    ResponderEliminar
  2. Amigo Tino: que bien te has abierto el pecho con el cuchillo del pasión, que bien has logrado inundar en la distancia nuestros afines sentimientos, que bonito regalo para aquellos que sentimos como algo nuestro la poesía del poeta del pueblo.

    ResponderEliminar
  3. Magnífica dedicatoria a este gran poeta.

    ResponderEliminar